Julio C. Tello, "Sharuko". Dia del fallecimiento . Padre de la Arqueologia Peruana

Julio Cesar Tello Rojas, sabio, investigador, maestro, indigenista, defensor del patrimonio nacional y de los derechos humanos peruano, nombrado como "Julio C. Tello" por el común de las gentes, desde niño fue conocido por sus amigos familiares y allegados como "Sharuko", vocablo quechua que significa: vivaz, tenaz, impetuoso, valiente, arrollador.

Nació en Huarochirí, en la sierra de Lima el 11 de abril de 1880, en una humilde familia de campesinos, su padre, don Julián Tello llegaría a ser autoridad local y su madre doña María Asunción Rojas era descendiente directa del último gobernador inka de la provincia de Huarochirí.

Desde niño destacó por su gran inteligencia, cursó estudios de educación secundaria en el Colegio Guadalupe, poco tiempo después conoce a don Ricardo Palma, en ese entonces director de la Biblioteca Nacional del Perú quién le dió trabajo en esta institución, es alli donde se le despierta el interés por la ciencia y la investigación, especialmente la arqueología y la antropología.

En 1900 ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 16 de noviembre de 1908 sustenta su original tesis "Antigüedad de la Sífilis en el Perú" aprobada por aclamación, una distinción muy rara vez otorgada con la cual obtiene el grado de bachiller.

Al año siguiente se publica su tesis y el gobierno le otorga una beca de estudios en la prestigiosa Universidad de Harvard, en Estados Unidos, en dicho centro de estudios recibió lecciones de grandes americanistas como Franz Boas y Ales Hrdlika, allí recibe el grado de Master of Arts con especialización en Antropología el año de 1911.

Poco después se traslada a Berlín para cursar altos estudios en el Seminario de Antropología que por entonces regentaba el famoso científico Felix Von Luschan. Un año después volvió al Perú acompañando a Alex Hrdlika en sus exploraciones por la costa central.

En ese tiempo conoce a la dama inglesa Olive Chessman con quién contrae nupcias.

A su regreso es nombrado director de la sección arqueológica del Museo Nacional, en esa institución inicia la separación de las piezas arqueológicas con el fin de formar un museo independiente dedicado solamente a la antropología y arqueología. Mientras ejerce la docencia dictando cátedras en la Pontificia Universidad Católica y en la Universidad Mayor de San Marcos.

Ocupa el cargo de Diputado por Huarochirí entre los años 1917 y 1929, en dicho cargo lucha por hacer que el derecho a la educación se extienda a las zonas mas abandonadas del país.

En 1919 emprendió la expedición al sitio arqueológico de Chavín de Huantar, el cual según sus estudios declaro que sería la "cuna de las civilizaciones peruanas", con esta teoría refutó abiertamente la que sustentaba Max Uhle, según la cual la cultura peruana era de origen centroamericano.

Con los restos arqueológicos hallados en Chavín de Huantar funda el Museo de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos el 21 de octubre de 1919, ese mismo año se gradúa de Doctor en Ciencias Naturales en esa misma casa de estudios.

En 1924 funda el Museo de Arqueología Peruana.

En 1931 funda un Instituto de Investigaciones Antropológicas.

En 1945 crea el Museo Nacional de Antropología y Arqueología en Pueblo Libre, con las piezas arqueológicas de San Marcos y de la valiosa colección del filántropo Víctor Larco Herrera mas otros otros objetos que logró reunir.

Ese mismo año dirigió el primer programa nacional de rescate arqueológico en Ancón.

En 1946 crea el Instituto de Etnología y Arqueología de la Universidad de San Marcos.

Además de Chavín, descubrió la necrópolis de Paracas en 1925, realizó excavaciones en el valle del Santa (1926-1934), en la quebrada de Chilca (1930), en el valle del Mantaro (1931), en el Valle de Nepeña (1933), en el Marañón, Huánuco Viejo, Kotosh y en el valle del Urubamba.

En sus excavaciones descubrió innumerables tumbas, templos y ciudades, imágenes de ídolos en oro, piedra y barro, e infinidad de evidencias de la realidad sociocultural y económica del antiguo poblador andino.

El aporte de Tello es invalorable al dar a conocer al mundo una gran cultura peruana desarrollada en Ancash a partir del siglo IX a.C., en la zona de Chavín de Huántar, en los valles de Cupisnique, Casma, Nepeña y Lambayeque.

Fallece a los 67 años de edad, el 3 de junio de 1947 en el hospital Arzobispo Loayza, debido a un cáncer a los ganglios, por voluntad expresa es sepultado en los jardines del Museo Nacional de Arqueología y Antropología, ubicado en Magdalena Vieja (Pueblo Libre), en ese lugar se encuentran hasta ahora sus restos mortales.

Es considerado el padre de la arqueología peruana, porque fue el primero que se propuso estudiar, con rigurosidad y métodos adecuados, la formación y la naturaleza de las culturas antiguas del Perú, convenciendo de que era la única manera de comprender al Perú actual.

"Sharuko" tuvo que luchar contra el racismo, el desprecio y la marginación de las clase blanca dominante que lo llamaban despectivamente "el indio Tello". Pese a ello fue uno de los primeros científicos sociales en desestimar públicamente "la idea dominante de la inferioridad de la raza indígena", mostrando al mundo las pruebas científicas e irrefutables de la grandeza de los antiguos peruanos alcanzada por su propio esfuerzo, reivindicando de esta manera a nuestra raza indígena.


Quizas el mayor reconocimiento lo recibió después de su muerte, cuando el Colegio de Arqueólogos del Perú lo declaró oficialmente y con toda justicia: "Padre de la Arqueología Peruana".

Falta aún difundir el fruto de sus estudios de los cuales solo han sido publicados una pequeña parte, también sería muy importante divulgar aspectos de su vida tales como el de haber sido un gran defensor de los derechos humanos, del patrimonio e incluso del medio ambiente. Pero sobre todo el hecho de haber sido un gran indigenista que probó a la oligarquía limeña que el indígena peruano no era el bruto o inutil que debía ser exterminado o aislado en "reducciones", sino el descendiente de hombres que alcanzaron un gran desarrollo tecnológico en muchos campos, que dominaron su entorno y desarrollaron grandes culturas dignas de admiración. El tiempo nos sigue demostrando que Sharuko tenía la razón.